31 de marzo de 2008

No sé

Sueño con estar libre de mis problemas. La vida es dura. Y me jode pensar que debería estar felíz de que no me vaya ni la centésima parte de mal que me podría ir, por ejemplo, si fuera una subsahariana. Pero no me importa, yo me voy a quejar igual.
Jugando a los Sims 2 a los personajes la juventud les dura un suspiro; no obstante, puede comprar un elixir de juventud y lo arreglas todo. Odio pensar que en mi vida esto no va a ser así, y esta inactividad me está ahogando y marchitando. Tengo 18 años y quiero vivirlos intensamente, quiero disfrutar de cada día como si fuese el último, ir a los confines del universo y volver en un minuto, quiero ir al más remoto lugar en el que se respire paz y desasosiego. No soy una hipócrita cosmopolita que renuncia a su civilización, pero sí deseo salir de la monotonía aplastante.
Los cielos azules, los mares celestes y las estepas cálidas. Un sol, neustro sol, que nos cubre y da vida y muerte. Quiero saber todo lo que significa el lenguaje universal. Darme cuenta de lo que tiene importancia y de lo que no. No me basta mi imaginación para viajar, lo siento. Gritar, saltar, liberarme. Sentir en los poros de mi piel lo humana que soy, lo bello de este planeta. Lo pido todo, lo quiero, y lo exijo todo. No me ha de quedar una sola cosa por hacer antes de morir. Y no me voy a conformar con menos. El mundo es mío.

23 de marzo de 2008

De aquí y de allá

Otro día más que te encierras en casa, escuchando trágicas canciones de desamparados. Masoquistas dolidos, dichosos en el fondo. Cada acorde agujerea tu alma. Te la revuelve y marchita; te recuerda por qué estas así. Placentero dolor que se regocija en la amargura. Y ya sabes que este no es un buen estilo de vida.

Hay una mujer con una voz ciertamente entrañable, dulce, que entona la historia de un terrible engaño. Su único amor, debidamente superado por el hombre, y que ella después de eones no consigue acallar. Es tan típico que podías ir imaginándote la letra sin haberla escuchado antes, y acertabas seguro. Hay pocas cosas de las que hablen en las canciones tristes.

Durante unos años en España, las canciones más tristes hablaban de la droga. Del enganche de ciertas personas, y sólo contemplaron la idea del enganche si había estupefacientes de por medio. No obstante, todos hemos tenido una “droga”, una adicción inquebrantable.

Los más curiosos son los que aman el dolor. No los que disfrutan con prácticas sexuales magullantes, sino los que, por una razón u otra, prefieren vivir compadeciéndose de sí mismos o destruyendo lo que han construido en el transcurso de su vida, para tornarlo sufrimiento y rechazo. Estancamiento.

No sólo creo que la depresión contemple a estos individuos. Hay miles de estados pseudoapáticos que seguro no se tratan en la psicología.

Vaya un día que llevo.

Sin pena ni gloria

Esa sensación de no tener nada por lo que luchar, o que conseguir. Sin metas, sin riesgos. Una vida social insulsa. Sentimentalmente un estancamiento. Todo tu contexto, todo lo que te define es transparente y estático.

¿Salir a la calle? No hay ganas. ¿Leer, escribir? Menos aún. Todas las películas vistas, toda la música oída. Te tumbas y esperas algo, que pase el tiempo y venga algo mejor, que nunca llega. No puedes llorar, ni reír; es una desgana que te deja intranquilo.

Tal vez la solución sea cambiar todo tu ambiente, cambiar de aires, de chip y replantearse ciertos aspectos de tu existencia; pero en el fondo sabes que siempre será así, hagas lo que hagas y por mucho que te esmeres. Tampoco sabes cuál es el fallo, ¿uno mismo por ser tan deprimente?, no te engañes, no te vas a esforzar por evitarlo. Nunca.

Pero tu sí que has estado alegre algunas veces. Igual con esperar llegarán mejores momentos.

Ocho minutos más. Esperas la hora de: desayunar, comer, cenar o dormir. Hoy ya llevas 10 horas durmiendo. Esto no es normal. Es inhumano. La gente, no siempre, pero sí muchas veces es feliz ¿qué coño falla en ti? una poya que no te importa. Vamos hombre, evoluciona.